domingo, 29 de junio de 2008

Domingo 29 de Junio 2008 , Moscú (Rusia)


Tal como os informamos el día 7 de abril 2008 , el científico Yuri Labyin se trasladó a Evenkia para realizar sus estudios sobre el caso Tunguska, defendiendo la teoría de la explosión de una nave espacial de grandiosas dimensiones a pocos kilómetros de la superficie terrestre. Pues bien, ahora en conmemoración al 100 Aniversario del Caso Tunguska , se ha organizado una reunión científica en Moscú y de nuevo las versiones científicas afirmaron que se trató de un cometa que chocó contra la Tierra en el corazón de Siberia, aunque su presencia en el cielo nocturno no hubiera pasado desapercibida para los astrónomos y que si se hubiera tratado de un meteorito hubiera quedado la evidencia de un cráter.

Otras versiones que se barajaron, por supuesto, fueron la defendida por Labyin y otros científicos sobre un enorme ovni que estalló luego de aterrizar y despegar en las estepas siberianas. Y por otro lado hay quienes pretendieron demostrar que se trató del paso de un agujero negro que "atravesó" la Tierra. En ambos casos, las evidencias no pasaron de ser tachadas de pura ciencia ficción.

Lo único cierto hasta la fecha fue la versión de Svetlana Polonov, una niña siberiana que pastaba su ganado al amanecer del 30 de junio de 1908 en las estepas de Tunguska, cuando vio una "enorme chimenea de humo" que se precipitó tras las montañas. La explosión la cegó y dejó sorda por unos instantes y fue tan brillante "que pudo ver los huesos de sus manos cuando se tapó la cara de espanto".

A 700 kilómetros de Tunguska, el conductor de un tren siberiano tuvo que frenar para evitar un descarrilamiento, mientras que en los pueblos cercanos estallaron los vidrios de las ventanas. Días después, el polvo que levantó el incidente en Tunguska se expandió varios miles de kilómetros a la redonda hasta cubrir el cielo de Londres, hacia el oriente, y de la ciudad de San Francisco, en California, hacia el oeste. San Petersburgo, en la Rusia europea, soportó 72 horas sin luz diurna debido a la capa de polvo que cubría su atmósfera.

Los científicos, sin embargo, pudieron llegar a la zona del impacto 18 años después debido a la Primera Guerra Mundial y a la posterior crisis política que acabó con la Rusia zarista para dar paso a la Unión Soviética. Ellos fueron los que tomaron la más famosa fotografía del caso Tunguska, pero no hallaron ningún cráter ni rastros del teórico meteorito.

Hoy , cien años después, se abre la posibilidad de aceptar la teoría extraterrestre al fenómeno , aunque también es verdad que la comunidad científica pragmática defiende a toda costa la teoría del meteorito que estalló segundos antes de impactar en Tunguska y que derribó todos los árboles en 30 kilómetros a la redonda dejando un paisaje similar al de una rueda de bicicleta. De ser cierta dicha teoría el asteroide debería ser destruido o impactar contra algo antes de tocar tierra, y además se hubieran encontrado restos. Parece ser que si fue un asteroide se desintegró en el aire tras la explosión. Lo que esta claro es que el caso Tunguska cumple 100 años y su misterio sigue tan vivo y desentramado como el primer día porque, tanto la teoría de lo científicos que defienden lo del meteorito como los que defienden lo del ovni, sigue sonando a película de Hollywood para el resto de los mortales.

No obstante, lo que si tengo claro es que no fue nada que pueda explicarse desde un punto de vista racional. Muchos científicos saben a ciencia cierta que la explosión que sacudió la fría estepa rusa fue de una potencia similar a la de mil bombas nucleares como la que destruyó Hiroshima.

Alexander Kazantsev, escritor soviético de ciencia-ficción sugirió que la explosión fue causada por el incendio de una astronave marciana movida por energía nuclear. Kasantsev especulaba que los extraterrestres habían venido para aprovisionarse de agua en el lago Baikal (mayor volumen de agua dulce del planeta). Al descender su nave a través de la atmósfera, la fricción la calentó hasta hacer estallar sus motores, produciéndose en el aire una inmensa explosión.

Cuando los asombrados tunguses inspeccionaron cautelosamente el lugar de la explosión, encontraron escenas de terrible devastación. En un círculo de 30 kilómetros, los árboles habían sido derribados como "palitos de fósforo" y el calor había fundido objetos metálicos, destruido almacenes y reducido a cenizas a manadas enteras de renos. Y esto amigos míos, no es ciencia ficción.







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